Los antiguos indios contribuyeron de diversas maneras al desarrollo de las matemáticas. Su talento matemático, unido a una fantasía sin límites, les permitió realizar los más grandes descubrimientos, el mayor de los cuales es el sistema de los valores de posición.
Bastante tarde se tuvo en Occidente conocimiento de sus conocimiento, por ejemplo que Brahmagupta diferenciaba las incógnitas con distintos colores y ,en general, que el algebra india tenía un ropaje francamente poético.
Así, por ejemplo, Bhaskaracarya dide en su capítulo sobre aritmética titulado Lilavati
“Bella muchacha de los ojos relucientes, dime tú, si conoces el arte de invertir, cuál es el número que multiplicado por tres, aumentado en tres cuarto del producto, dividido por siete, disminuido en un tercio del cociente, multiplicado por sí mismo, disminuido en 52, mediante extracción de raíz cuadrada, adición de ocho y división por 10, da por último el número 2”
Si esta Lilavati era efectivamente una bella muchacha, y no la representación alegórica del mismo arte aritmético, tal como opinan algunos historiadores, y conocía el “método de invertir”, es decir que todas las operaciones indicadas han de realizarse en sentido inverso al enunciado. Podría entonces resolver en problema enunciado.
Adaptación de “breve historia de las Matemáticas” Egmont Colerus. Libro joven de bolsillo. Doncel
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